¿CÓMO SE MUEVE EL BLANQUEO DE DIVISAS ADQUIRIDAS EN VENEZUELA EN LA RUTA CÚCUTA-PANAMÁ
Nadie tiene duda, que por primera vez en los 15 años de gobierno de la revolución bolivariana, el tema del blanqueo de divisas y el contrabando es asumido con la responsabilidad y seriedad que amerita, lo cual ha despertado en algunos sectores sociales, económicos y políticos parasitarios, más de una preocupación, viéndose incluso obligados a tomar algunas medidas, para no quedar fuera del negocio.
Valga la pena señalar que el comercio ilegal de divisas ha estado presente en la frontera colombo venezolana, durante muchos años, pero nunca antes en la magnitud y diversidad que se presenta en la actualidad y mucho menos en la multiplicidad de actores vinculados a esta práctica indebida.
Este fenómeno está enraizado en los más diversos sectores de la vida fronteriza, contando en algunos casos con el apoyo de entidades financieras de aquí y de allá, en donde el gobierno colombiano se hace el de la vista gorda y los funcionarios venezolanos se quedan con las comisiones; para mencionar un caso, se desconocen los resultados de las investigaciones tan cacareadas por los medios de comunicación privados y anunciadas por las autoridades de nuestro país, frente a las miles de actividades comerciales ficticias que se realizaron a través de exportaciones y de las ventas fraudulentas efectuadas en comercios de Cúcuta, Bucaramanga y Bogotá, a través de lo que se conoce como el raspa - raspa, que no es otra cosa que la comercialización ilegal de divisas, a través de los cupos en dólares asignados por CADIVI.
Los niveles de rentabilidad de esta práctica eran tan altos y rápidos, que a los venezolanos les entregaban su dinero en efectivo de manera inmediata, descontando el porcentaje de ‘corretaje’ que en algunos casos alcanzaba el 40%; la comisión del colombiano se hacía efectiva 24 horas después de realizada la transacción financiera con la tarjeta de crédito venezolana. En ese momento en las calles de Cúcuta se rememoraban las épocas de 1981, cuando la tasa de cambio por cada bolívar superaba los 16 pesos; lo que ocurrió aquí recientemente fue una verdadera bonanza, que llevó a muchas personas ajenas a estas actividades a invertir hasta sus ahorros.
A pesar de que algunos tratan de ocultarlo, es preciso recordar que meses después de que el gobierno bolivariano tomara algunas medidas para contener este desenfreno, comenzaron a ocurrir una serie de asesinatos de personas que habían realizado préstamos de dinero a mafias del narcotráfico y de paramilitares, por no cumplir con su devolución a tiempo, debido a la suspensión de pagos y limitación de los cupos de acceso a los dólares preferenciales a través de CADIVI; es decir, adicional a los muertos, muchas familias perdieron todos sus bienes, al ser obligados a entregarlos como parte de pago de lo adeudado.
Es así como para la época, el negocio se tornó peligroso, aunque poco rentable, lo cual obligó a estas personas a adecuarse a las medidas que había tomado el gobierno venezolano, fué entonces cuando comenzaron a aparecer oficinas instaladas como empresas de fachada, en países que no tenían restricciones para realizar este tipo de operaciones, de manera que Ecuador, Argentina, Estados Unidos y algunos paises europeos fueron sus lugares predilectos.
Por otra parte, la estrategia ha sido la misma: simular viajes al exterior y realizar compras, exportaciones ficticias o transacciones financieras para obtener efectivo; de igual forma, los cupos asignados en dólares preferenciales dedicados a los programas de apoyo dirigidos a quienes deseen realizar estudios en el extranjero, los utilizan para comprar en instituciones educativas los certificados de culminación de estudios.
Se debe agregar además, que producto de las medidas impuestas, su disminución es evidente en países como Ecuador y Colombia; no obstante, no han sido obstáculo para que estas actividades continúen ejecutándose en otros países; tal es el caso de Panamá que desde el inicio de esta situación irregular se ha convertido por propios y extraños en su centro de operaciones, desde aquí funcionan la mayor parte de quienes controlan los hilos del negocio, donde han logrado construir verdaderas empresas criminales quienes aplican economías de escala, pues sus operaciones son cada vez más sofisticadas, mantienen fuertes vínculos con sectores de la oposición venezolana, pagan comisiones a agentes gubernamentales allí donde operan y nutren las redes de recolectores de tarjetas en Venezuela, además de poseer oficinas y sedes de trabajo en varios países del mundo, lo cual les facilita hacer las transacciones y permite una mejor triangulación del dinero obtenido.
Las condiciones con que cuenta Panamá son tenidas en cuenta: acceso por una diversidad de rutas marítimas y una frecuencia de transportes que la convierten en un lugar privilegiado para el comercio internacional, posee una eficiente infraestructura portuaria y aeroportuaria, libre circulación del dólar estadounidense, un sin número de incentivos tributarios y una ágil red de comunicaciones, factores que facilitan las operaciones de las personas y empresas que se dedican a la negociación (blanqueo) de divisas.
Adicionalmente, un informe reciente del Fondo Monetario Internacional concluye que las políticas anti lavado de dinero que se aplican en Panamá no están alineadas con las definidas por la FATF y lo considera un país vulnerable a este delito, donde se presentan fraudes y crímenes financieros (ver en: http://www.imf.org/external/pubs/ft/scr/2014/cr1455.pdf - 126k - PDF)
En algunos casos estas son resultantes de actividades ilícitas de carteles mexicanos, colombianos y centroamericanos. Una de las modalidades más utilizadas por estas bandas es el uso de empresas de diferentes partes del mundo que trasladan hasta Panamá los equipos (datafonos) para recepción de pago con tarjeta de crédito, especialmente emitidas por bancos venezolanos, las cuales cuentan con un cupo en dólares para compras en el exterior a tasa preferencial - el cupo varía según el país destino-, lo que convierte a este país en uno de los destinos más atractivos para los ciudadanos venezolanos que buscan negociar el cupo de su tarjeta, sin necesidad de tener que viajar a Europa o Asia, destinos a los cuales el gobierno venezolano autoriza un monto mayor.
Gracias a esta medida hay personas que se dedican a tramitar ante bancos venezolanos la solicitud de autorización de divisas a personas en su mayoría de bajos recursos para viajar al exterior, a quien le pagan por prestar su identificación para tal fin; al ser aprobados, ‘El Tarjetero’ viaja a Panamá con gran cantidad de tarjetas de crédito que son “raspadas” en los puntos de pago de las empresas anteriormente mencionadas, estas a su vez emiten los respectivos documentos soporte para la transacción (factura de compra, copia de tiquetes aéreos y demás) lo que demuestra que dicha operación fue realizada en Europa o Asia, dando apariencia de legalidad, ante las autoridades venezolanas responsables de la autorización y el control del uso adecuado de las divisas en el exterior.
Las divisas adquiridas en su gran mayoría son vendidas a través de transferencias electrónicas a diferentes destinos en el mundo para el pago de operaciones de comercio exterior a empresarios venezolanos que utilizan el mercado negro de divisas (dólar paralelo) para el pago de sus importaciones. Dentro de este mercado encontramos además de esta modalidad de obtención de divisas, los depósitos en efectivo que son realizados con dinero resultante de actividades ilícitas de los carteles anteriormente mencionados y que se encuentran represados en Panamá, quienes reciben como pago el equivalente a dicha transacción en pesos colombianos.
Este negocio puede generar semanalmente millones de dólares, factor que lo hace bastante atractivo sobre todo a ciudadanos parasitarios formados en la cultura del dinero rápido, sin importar su procedencia de clase media y alta, al igual que miembros de grupos armados que cobran sus comisiones por prestar servicios de seguridad y por garantizar que se cumplan los compromisos pactados entre los negociantes, narcotraficantes, así como, a sectores de la oposición venezolana que ven en esta dinámica una oportunidad para obtener altos márgenes de ganancia y una forma de desarrollar otro tipo de guerra contra la revolución bolivariana, a través del desangre de sus divisas.
Valga la pena señalar que el comercio ilegal de divisas ha estado presente en la frontera colombo venezolana, durante muchos años, pero nunca antes en la magnitud y diversidad que se presenta en la actualidad y mucho menos en la multiplicidad de actores vinculados a esta práctica indebida.
Este fenómeno está enraizado en los más diversos sectores de la vida fronteriza, contando en algunos casos con el apoyo de entidades financieras de aquí y de allá, en donde el gobierno colombiano se hace el de la vista gorda y los funcionarios venezolanos se quedan con las comisiones; para mencionar un caso, se desconocen los resultados de las investigaciones tan cacareadas por los medios de comunicación privados y anunciadas por las autoridades de nuestro país, frente a las miles de actividades comerciales ficticias que se realizaron a través de exportaciones y de las ventas fraudulentas efectuadas en comercios de Cúcuta, Bucaramanga y Bogotá, a través de lo que se conoce como el raspa - raspa, que no es otra cosa que la comercialización ilegal de divisas, a través de los cupos en dólares asignados por CADIVI.
Los niveles de rentabilidad de esta práctica eran tan altos y rápidos, que a los venezolanos les entregaban su dinero en efectivo de manera inmediata, descontando el porcentaje de ‘corretaje’ que en algunos casos alcanzaba el 40%; la comisión del colombiano se hacía efectiva 24 horas después de realizada la transacción financiera con la tarjeta de crédito venezolana. En ese momento en las calles de Cúcuta se rememoraban las épocas de 1981, cuando la tasa de cambio por cada bolívar superaba los 16 pesos; lo que ocurrió aquí recientemente fue una verdadera bonanza, que llevó a muchas personas ajenas a estas actividades a invertir hasta sus ahorros.
A pesar de que algunos tratan de ocultarlo, es preciso recordar que meses después de que el gobierno bolivariano tomara algunas medidas para contener este desenfreno, comenzaron a ocurrir una serie de asesinatos de personas que habían realizado préstamos de dinero a mafias del narcotráfico y de paramilitares, por no cumplir con su devolución a tiempo, debido a la suspensión de pagos y limitación de los cupos de acceso a los dólares preferenciales a través de CADIVI; es decir, adicional a los muertos, muchas familias perdieron todos sus bienes, al ser obligados a entregarlos como parte de pago de lo adeudado.
Es así como para la época, el negocio se tornó peligroso, aunque poco rentable, lo cual obligó a estas personas a adecuarse a las medidas que había tomado el gobierno venezolano, fué entonces cuando comenzaron a aparecer oficinas instaladas como empresas de fachada, en países que no tenían restricciones para realizar este tipo de operaciones, de manera que Ecuador, Argentina, Estados Unidos y algunos paises europeos fueron sus lugares predilectos.
Por otra parte, la estrategia ha sido la misma: simular viajes al exterior y realizar compras, exportaciones ficticias o transacciones financieras para obtener efectivo; de igual forma, los cupos asignados en dólares preferenciales dedicados a los programas de apoyo dirigidos a quienes deseen realizar estudios en el extranjero, los utilizan para comprar en instituciones educativas los certificados de culminación de estudios.
Se debe agregar además, que producto de las medidas impuestas, su disminución es evidente en países como Ecuador y Colombia; no obstante, no han sido obstáculo para que estas actividades continúen ejecutándose en otros países; tal es el caso de Panamá que desde el inicio de esta situación irregular se ha convertido por propios y extraños en su centro de operaciones, desde aquí funcionan la mayor parte de quienes controlan los hilos del negocio, donde han logrado construir verdaderas empresas criminales quienes aplican economías de escala, pues sus operaciones son cada vez más sofisticadas, mantienen fuertes vínculos con sectores de la oposición venezolana, pagan comisiones a agentes gubernamentales allí donde operan y nutren las redes de recolectores de tarjetas en Venezuela, además de poseer oficinas y sedes de trabajo en varios países del mundo, lo cual les facilita hacer las transacciones y permite una mejor triangulación del dinero obtenido.
Las condiciones con que cuenta Panamá son tenidas en cuenta: acceso por una diversidad de rutas marítimas y una frecuencia de transportes que la convierten en un lugar privilegiado para el comercio internacional, posee una eficiente infraestructura portuaria y aeroportuaria, libre circulación del dólar estadounidense, un sin número de incentivos tributarios y una ágil red de comunicaciones, factores que facilitan las operaciones de las personas y empresas que se dedican a la negociación (blanqueo) de divisas.
Adicionalmente, un informe reciente del Fondo Monetario Internacional concluye que las políticas anti lavado de dinero que se aplican en Panamá no están alineadas con las definidas por la FATF y lo considera un país vulnerable a este delito, donde se presentan fraudes y crímenes financieros (ver en: http://www.imf.org/external/pubs/ft/scr/2014/cr1455.pdf - 126k - PDF)
En algunos casos estas son resultantes de actividades ilícitas de carteles mexicanos, colombianos y centroamericanos. Una de las modalidades más utilizadas por estas bandas es el uso de empresas de diferentes partes del mundo que trasladan hasta Panamá los equipos (datafonos) para recepción de pago con tarjeta de crédito, especialmente emitidas por bancos venezolanos, las cuales cuentan con un cupo en dólares para compras en el exterior a tasa preferencial - el cupo varía según el país destino-, lo que convierte a este país en uno de los destinos más atractivos para los ciudadanos venezolanos que buscan negociar el cupo de su tarjeta, sin necesidad de tener que viajar a Europa o Asia, destinos a los cuales el gobierno venezolano autoriza un monto mayor.
Gracias a esta medida hay personas que se dedican a tramitar ante bancos venezolanos la solicitud de autorización de divisas a personas en su mayoría de bajos recursos para viajar al exterior, a quien le pagan por prestar su identificación para tal fin; al ser aprobados, ‘El Tarjetero’ viaja a Panamá con gran cantidad de tarjetas de crédito que son “raspadas” en los puntos de pago de las empresas anteriormente mencionadas, estas a su vez emiten los respectivos documentos soporte para la transacción (factura de compra, copia de tiquetes aéreos y demás) lo que demuestra que dicha operación fue realizada en Europa o Asia, dando apariencia de legalidad, ante las autoridades venezolanas responsables de la autorización y el control del uso adecuado de las divisas en el exterior.
Las divisas adquiridas en su gran mayoría son vendidas a través de transferencias electrónicas a diferentes destinos en el mundo para el pago de operaciones de comercio exterior a empresarios venezolanos que utilizan el mercado negro de divisas (dólar paralelo) para el pago de sus importaciones. Dentro de este mercado encontramos además de esta modalidad de obtención de divisas, los depósitos en efectivo que son realizados con dinero resultante de actividades ilícitas de los carteles anteriormente mencionados y que se encuentran represados en Panamá, quienes reciben como pago el equivalente a dicha transacción en pesos colombianos.
Este negocio puede generar semanalmente millones de dólares, factor que lo hace bastante atractivo sobre todo a ciudadanos parasitarios formados en la cultura del dinero rápido, sin importar su procedencia de clase media y alta, al igual que miembros de grupos armados que cobran sus comisiones por prestar servicios de seguridad y por garantizar que se cumplan los compromisos pactados entre los negociantes, narcotraficantes, así como, a sectores de la oposición venezolana que ven en esta dinámica una oportunidad para obtener altos márgenes de ganancia y una forma de desarrollar otro tipo de guerra contra la revolución bolivariana, a través del desangre de sus divisas.